domingo, 21 de noviembre de 2010

Patrimonio público - Capítulo 01

Capítulo 01

Introducción:

Las últimas declaraciones de Esperanza Aguirre sobre la propuesta de desamortización del Excmo. Ayuntamiento de Madrid y la noticia sobre la restauración del pene de Marte y las manos de Venus en Roma mientras Pompeya se hunde por falta de mantenimiento, me han hecho recordar una noticia de hace unos meses: la propuesta de Silvio Berlusconi de vender a particulares bienes públicos del patrimonio cultural Italiano, todo con la excusa de reducir el déficit. ¿Tú te lo crees?, porque yo no.

Planteamientos:

La falta de liquidez en las arcas públicas es una de esas consecuencias del feroz liberalismo económico tan admirado por el Partido Popular. ¿Os acordáis de esta frase de Reagan?:”El crecimiento, la prosperidad y el bienestar se generan desde abajo, no desde el Estado.”

¿De qué habla Esperanza Aguirre cuando se refiere al plan de desamortización urgente del Excmo. Ayuntamiento de Madrid? Pues muy sencillo, pretende hacernos creer que una parte importante del patrimonio público del que disponen los Madrileños debe ser desafectado, es decir, se le debe retirtar su condición de bien público para convertirlo en bien patrimonial y así poder venderlo sin ningún tipo de problema.

Vamos a intentar explicar las diferencias que existen entre un bien público y un bien patrimonial.

Según el artículo 132 de la Constitución Española, los bienes públicos tienen tres principios básicos: inalienabilidad, imprescriptibilidad e inembargabilidad. Para que nos entendamos, no pueden venderse, no puede obtenerse aún teniéndolos en propiedad ni pueden ser embargados. Estos tres principios son conocidos como las tres notas demaniales.

Si nos vamos a la Ley de Patrimonio, según el artículo 69, existe la posibilidad de desafectar los bienes publicos: “1. Los bienes y derechos demaniales perderán esta condición, adquiriendo la de patrimoniales, en los casos en que se produzca su desafectación, por dejar de destinarse al uso general o al servicio público.”, es decir, convertir los bienes demaniales en bienes patrimoniales permite que estos pueden ser embargados, enajenados o vendidos.

Entonces, y volviendo a Esperanza Aguirre, ¿son inocentes sus declaraciones?: "El patrimonio del Ayuntamiento es inmenso. No veo por qué las concejalías tienen que estar en los sitios más caros de Madrid". Parece que no, y me huele que tras ese supuesto interés por sanear las arcas públicas hay un burdo intento para ampliar la oferta del mercado inmobiliario Madrileño.

Conclusiones:

¿Quién gana con esto? Está claro que los ciudadanos no, bueno, miento, algunos seguro que obtendrán un bocado suculento de esta propuesta de desamortización del gran pastel patrimonial público. La fórmula es simple: adquirir propiedades con dinero público y luego venderlas a precio de saldo, negocio seguro.

Casualmente Madrid sigue llenándose de carteles de propiedades adquiridas por “Aguirre Newman”. ¿Le habrá echado el ojo a algo? Bueno, no sé, se me olvidaba que era pobre de pedir.

Ahora sólo nos queda redefinir qué podrá venderse y qué no. ¿El límite?, solo el mercado lo conoce.

Posible Programa:

1- Eliminar cualquier traba a la hora de desafectar cualquier bien público y facilitar su venta.

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